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ℳ𝑜𝑜𝓃 ♡

ℳ𝑜𝑜𝓃 ♡
@moonlovesmin

Jul 16, 2018
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★ ʀᴇᴡʀɪᴛᴇ ᴛʜᴇ sᴛᴀʀs ★ NamJoon es el mago del circo que llegó a la ciudad. SeokJin es el hijo de una prestigiosa familia. Ambos conectan al instante... pero la familia de SeokJin no acepta al de piel oscura y su estatus.

Estaba viendo The Greatest Showman por quinta vez y bueno. La historia de Zendaya y Zack en esa película me encanta. Así que aquí vamos...
SeokJin estaba feliz de que sus padres por fin le permitieran pasar unas vacaciones en su hogar. Solían decirle que se quedará en su internado en Inglaterra o que tomará clases extras de algo innecesario. Estaba harto y cansado de que siempre le hicieran eso. Por suerte esta vez
no fue así. Cuando el carruaje llegó a la enorme mansión donde pasó su infancia ni siquiera esperó a que le abrieran la puerta. Simplemente salto fuera de este y corrió a abrir la gran puerta de madera. Sonrió al ver aquellas enormes escaleras de caracol que se unían en un
pequeño balcón. Donde en el centro había una enorme pintura de sus padres, su hermana menor y él. Realmente extrañaba a Aerin. —¡Mamá!—Gritó emocionado SeokJin. —SeokJin, cariño. Esa no es manera de presentarte en casa.—Le reprendió su madre antes de sonreírle.
—Mamá...—Gimió quejándose SeokJin mientras caminaba a donde la hermosa mujer con un pulcro vestido verde olivo estaba. SeokJin sonrió en grande y abrió sus brazos, pero la mujer puso su palma antes de que su hijo llegara a ella. —Arruinarás mi vestido y tenemos una comida con
los Park. Ve a lavarte y a cambiarte esas ropas.—Terminó la mujer mientras colocaba su palma en la mejilla de su hijo.—Es bueno tenerte en casa, SeokJin.—El chico solo asintió. No dejaría que nada arruinara su estancia en casa. Nada.
Cuando llegaron a la lujosa casa de los Park; JiMin sonrió al verlo y rápidamente se fundieron en un abrazo siendo reprendidos por sus padres. Ya que esa no era manera de comportarse. Ambos chicos sólo rodaron los ojos y sonrieron cómplices.
—Jinnie, es tan grandioso que estes aquí. Dios como detesto escribirte cartas. Si mi caligrafía no es lo suficientemente buena, mi madre solo me hace escribir todo de nuevo. Ugh, lo odio.—SeokJin soltó una risita por el berrinche del pequeño de mejillas esponjosas.
—No sabes lo feliz que estoy de por fin regresar aquí también. Estaba enfermo de estar tanto tiempo en Londres ¡Mira mis brazos!—Exclamó el mayor sacando su chaqueta para mostrarle sus pálidos brazos por falta de sol al menor. —¿Qué tiene de malo?—Preguntó sin entender el menor.
—Ah Minnie. No lo entiendes. Es horrible estar tan lejos de casa. Las personas son amables. Pero es horrible no tener a uno solo de mis amigos ahí.—La voz del mayor salió un poco rota y JiMin se apresuró a abrazarlo, o intentarlo ya que sus brazos eran algo cortos.
—Tranquilo Jinnie.—Le habló suavemente el menor.—¿Qué te parece si vamos al circo que llegó a la ciudad? ¡Dicen que tienen trucos de magia, música, bailarines y acróbatas!—Chillo emocionado JiMin. Jinnsolto una carcajada por el entusiasmo que dejaba ver el menor.
—Debemos decirle a nuestros padres. Sabes que jamás nos dejarían ir a ningún lugar solos.—Ambos chicos fueron un profundo y candado suspiro.—Mi padre no me recogió cuando desembarqué y ni madre ni siquiera me abrazo cuando llegue a casa. Lo único que me hace regresar es Aerin.
JiMin sintió como su pecho de oprimía por la confesión de su mejor amigo. —Lo lamentó mucho, Jinnie.—El mayor le dio una triste sonrisa. Negó levemente y se puso de pie. —Vamos, digámosles que queremos ir al circo.—JiMin se puso de pie de un salto mientras tomaba la mano del
mayor. Ambos se encaminaron al interior de la casa sonriendo y hablando de cosas que podrían ver en aquel lugar.
SeokJin aún no podía creer que sus padres accedieran a llevarlos a él y JiMin al circo. Sus padres parecían tan snobs. Pero estaba feliz del pequeño triunfo. JiMin y él no habían dejado de hablar sobre todo lo que harían y comerían. La verdad era que SeokJin amaba la “grasosa
comida” de los pequeños puestos y esta vez no desaprovecharía la oportunidad de probar algo. En cuanto llegaron a casa SeokJin corrió escaleras arriba a la habitación donde la pequeña Aerin se encontraba plácidamente dormida.
—Prometo que tú saldrás de esta jaula intacta, RiRi. No dejaré que ninguno de nuestros padres rompa tu espíritu soñador. Debes ser amable con todos y no trates como menos a alguien que no es de nuestro estatus. Tu y yo seremos libres un día Ri, es una promesa.—Besó su frente.
Con mucho cuidado se retiró de la habitación de la pequeña de siete años, cerrando la puerta con mucho sigilo a su espalda. Suspiró cansado; y en silencio fue a su propia habitación. Cuando entró se metió bajo las sábanas sin ponerse pijama. Simplemente se sacó los zapatos.
Estaba demasiado cansado del viaje y de la cena como para preocuparse por estar cómodo en su cama. Estiró su cuerpo bostezando, se sentía un poco incómodo por la camisa y pantalón de vestir, pero no le dio mucha importancia, se sentó en su cama y con ojos adormilados
echó un vistazo a todo el lugar. Había extrañado el piano de su habitación, los muros azul cielo y las cortinas doradas que cubrían las ventanas y la puerta del balcón. Sonriendo corrió a la ducha, necesitaba sentirse fresco. Jugaría todo el día con Aerin. Seguro la niña estaría
encantada con la idea. Pues a decir verdad ambos se amaban mucho. Cuando su madre le daba reprimendas siempre corría a refugiarse a los brazos de su hermano mayor. SeokJin odiaba que su madre tratara de una manera tan fría a su pequeña hermanita. Aerin debería estar jugando
con niñas de su edad, corriendo por e enorme jardín que tenían. En cambio su madre la tenía la mitad del día en la escuela y la otra mitad con tutores para música, historia, ballet, literatura y una institutriz que le enseñara modales. Al final, Aerin terminaba exhausta.
Como había dicho SeokJin. Se había pasado la tarde en eterna jugando con la pequeña quien no dejaba de reír, abrazar y besar a SeokJin. El corazón del mayor se sentía lleno de amor y ahora podía enfrentar cualquier cosa. Su madre al ver el “desastre” que eran ambos los regañó y
soltando carcajadas ambos entraron a casa para bañarse y prepararse para pasar por JiMin. SeokJin le hablo a Aerin sobre el circo y la niña estaba muy emocionada. SeokJin eligió un simple pantalón azul cielo de vestir, con una camisa blanca manga larga y zapatos negros. Aerin
Se colocó un vestido azul cielo que hacía juego con el pantalón de SeokJin, medias blancas y en la cintura un listón rosa pastel; esta hacía juego con el listón de su cabello. —Aerin, harás que mi corazón sufra y aún no tienes edad para provocar eso ¿qué voy a hacer contigo?
La pequeña soltó pequeñas carcajadas mientras era cargada por SeokJin. Ambos estaban hablando de hadas y princesas mientras esperaban a sus padres. Su padre iba completamente de negro, mientras que su madre llevaba un bonito vestido tinto con el cabello recogido.
Aerin hablaba muy fuerte por lo emocionada que estaba, provocando que su madre la callara un par de veces. —Maná, es una niña y está emocionada. Déjalo en paz.—Hablo SeokJin suavemente. Su madre lendirigio una fría mirada. SeokJin sabía que su madre no estaba de acuerdo con el
pequeño paseo. Pero había aceptado por quedar bien con los Park. SeokJin decidió mantenerse en silencio hasta que llegaran al circo. De esa manera no arruinaría nada, según su madre.
Cuando llegaron al gran teatro que habían adaptado para aquel lujoso circo. Ellos encaminaron a uno de los balcones donde la clase alta solía pagar para apreciar la ópera o las obras de teatro. SeokJin lo odiaba. Pero era mejor que nada. Agradeció que sus padres se sentaran un
poco alejados de JiMin y él. Así podrían hablar de tonterías. SeokJin tenía a Aerin en sus piernas hasta que el show comenzó con muchas chicas con brillantes trajes. La música sonaba tan feliz que la pequeña saltó y se tomó del barandal mientras apuntaba con una gran sonrisa.
—¡Mira sus vestidos Jinnie! ¡Míralos! ¡Seguro las hadas los hicieron para ellas!—La pequeña estaba tan emocionada que eso hacía que el corazón de SeokJin de sintiera completo. Había valido la pena soportar a su msdre solo por darle a Aerin un poco de felicidad.
De pronto todas las luces del lugar se apagaron y una sola iluminó el centro de aquel escenario. Se escucharon los tacones de unas botas y bajo aquella luz había un chico vestido con un traje completamente de negro con detalles rojos. Movió su sombrero suavemente con su mano y
sonrió dejando ver su rostro. Piel tostada, labios gruesos, hoyuelos y unos ojos marcados por maquillaje. —¿Están listos para que la magia comience?—Preguntó. A lo qué unos niños de la primera fila gritaban emocionados. El mago veía a todos en el teatro y aunque
SeokJin juraba que era imposible, sus ojos se habían encontrado. No estaba seguro de si el chico le había guiñado un ojo. Pero SeokJin sintió el calor en sus mejillas. —Muy bien.—Sonrió nuevamente el moreno.—Empecemos con algo básico.—Quitó el sombrero de su cabeza y lo giró
dejando el hueco a su disposición. —¿Les gustan los animales?—Los niños gritaban.—¿Alguien quiere un conejito?—El moreno llamo a una niña quien fue llevada al escenario. Entonces sin más un conejito blanco salió del sombrero. La pequeña lo tomó sonriendo y fue llevada a
sus padres de nuevo. Un par de niños más pasaron y después aplaudieron al chico. SeokJin estaba pasmado. Ni siquiera escuchaba el sonido de los aplausos, todo él estaba concentrado en aquel chico que provocaba a su corazón correr a toda marcha. —Ahora hagamos algo un poco más
divertido.—Sonrió aquel chico lanzando su sombrero a uno de los costados del escenario. Una bella chica salió empujando una caja metálica. El mago tomó su mano y la mostró al público, a lo que la chica saludaba a todos. Una vez hecha la presentación. La chica se adentró en
aquella caja metálica en la que después se insertaron navajas afiladas. —Ella está bien ¿verdad?—Preguntó Aerin a SeokJin. —Por supuesto, él sabe lo que hace. SeokJin le sonrió a su hermanita para tranquilizarla. La verdad es que él también estaba un poco nervioso.
La pequeña se giró para seguir prestando atención a el acto del moreno. Cuando la caja regresó a su forma original la chica salió intacta y con una sonrisa. SeokJin rió al ver como Aerin aplaudía con entusiasmo. —El tiempo se me agota.—Dijo con fingida sorpresa.—Pero ahora...—
Tomó una gran tela negra y la subió hasta sus hombros.—Me ven aquí...—Elevo la tela hasta cubrirse por completo. Cuando esta cayo, el chico había desaparecido.—Y ahora estoy acá...—SeokJin soltó un grito asustado, pero los aplausos de las personas sorprendidas eran más altos.
El moreno estaba en su balcón a su lado. Este le sonrió a SeokJin quien con unas mejillas sonrosadas le sonrió de regreso. El moreno chasqueó los dedos y después de una pequeña flama una rosa roja apareció en su mano. La cual olió y besó suavemente para después entregarla a
SeokJin. —¡Jinnie! ¿Lo viste? ¡Es magia!—Gritaba Aerin sonriéndole al moreno. —Hola pequeña.—Con otro chasquido de dedos y otra pequeña flama, una paleta de caramelo apareció frente al rostro de la pequeña quien lo tomó encantada.—Soy NamJoon...—Se presentó viendo hacia abajo
—Y por ahora debo irme. Ya nos encontraremos... Jinnie.—y dicho eso una capa de humo lo oculto y lo hizo aparecer en el escenario de nuevo. Mientras agradecía a los presentes y saludaba con las manos no dejaba de ver de vez en cuando al balcón donde SeokJin se encontraba con la
rosa entre sus dedos y una avergonzada sonrisa en sus labios. Su madre al ver todo aquello torció el gesto. Conocía muy bien a SeokJin y sabía que debía alejar al chico y enviarlo de inmediato al internado.
A la mañana siguiente mientras desayunaban la señora Kim no dejaba de observar a su hijo quien sonreía mientras comía. Más temprano se había pasado por la habitación de este para encontrarse con que había puesto aquella sucia rosa en un pequeño florero en su mesita de noche.
—SeokJin, querido. Creo que tendrás que regresar al internado en dos días.—Soltó la mujer sin dirigirle la mirada. Se escuchó el tintineo que hizo la cuchara del mencionado al escuchar eso. —¿Qué? Mamá no. Acabo de llegar. No quiero estar en Inglaterra. Me gusta estar aquí.—Pero
eso poco le importaba a la mujer. Solo quería alejar a su hijo de aquel sucio vago. —No estoy preguntándote. Te estoy informando.—SeokJin sintió que su pecho se oprimía. Siempre se había preguntado qué era lo que había hecho para que su madre lo tratara de esa manera.
—Mamá por favor. Deja que me quede. Prometo que me portaré bien. Inclusive le daré clases a Aerin. Pero por favor, por favor no me envíes lejos de nuevo.—La voz de SeokJin salió rota.—Papá...—El hombre suspiró. —Solo queremos lo mejor para ti, cariño.—El hombre sonrió.
—No es así. Si fuese el caso no me estarían enviando a kilómetros de casa. Tenía años sin venir aquí y sin más me echan de la que se supone que es mi casa ¿Eso es demostrarme su amor?—Lágrimas bajaban por las mejillas del chico. —Cariño...—Habló el señor Kim dirigiéndose a su
esposa.—Podríamos....—Fue interrumpido. —¡No! Te irás en dos días y regresarás el próximo año para casarte con el hijo de los Kang.—Sentenció su madre. Aerin que se había mantenido callada salto de su silla. —¡JiHoon es malo! El otro día vi como golpeaba a un niño de la calle!
La señora Kim le dirigió una pesada mirada a la niña. —Termina tu desayuno. Esto es una platica de adultos.—La niña frunció el entrecejo y entonces se dirigió a su padre. —Papá...—Su voz era suplicante.—De verdad lo vi, él es malo.—Su padre la tranquilizó con una sonrisa.
—Mamá, yo no me quiero casar con ese chico.—Hablo esta vez SeokJin poniéndose de pie. —No se hará lo que quieras SeokJin. Deberías entender eso ya. Los matrimonios en nuestro estatus son pura conveniencia.—SeokJin vio a su padre. Este perdió el brillo de sus ojos.
—Mamá, sí me envías de nuevo a Inglaterra. Me quedare allá y no sabrás de mí nunca más.—Amenazo como último recurso el chico. —¡Prefiero eso a que te veas con el sucio vago del circo!—Gritó la mujer golpeando con ambas manos la mesa. Esto hizo que Aerin saltara asustada.
El pecho de SeokJin dolió. Porque sabía que su madre siempre se daba cuenta de todo aunque intentara ocultarlo. El mago... NamJoon. Le había atraído tan sólo verlo, pero debía saber que su madre no aprobaría eso. Por su color de piel y por su estatus. Gruesas lágrimas mojaron
sus mejillas mientras veía dolido a sus padres. —No sé que fue lo que hicieron con mis padres.—Les echó una mirada a ambos.—Pero los quiero... no, los necesito de regreso.—Dicho eso salió del comedor y de la casa para dirigirse a casa de su mejor amigo, Park JiMin.
—Puedes quedarte a dormir aquí.—JiMin acariciaba el cabello del mayor que estaba recostado en su muslo. —Lo sé, pero deje a Aerin sola en casa con mamá furiosa. Debo regresar.—Se puso de pie. SeokJin había pasado todo el día en casa de JiMin. No quería regresar a casa. No aún.
—Te acompaño o le dire a alguno de los trabajadores que te acompañe.—SeokJin sonrió negando. —Estaré bien, no soy un niño. Pero gracias Minie.—SeokJin le dio un beso en la mejilla. —Recuerda que si te sirve de consuelo, arreglaron mi matrimonio con el hijo de los Lee. Seremos
vecinos.—JiMin sonrió pero SeokJin se dio cuenta de que esa sonrisa no llegaba a sus ojos. —No deberías hablar de ello tan tranquilamente. Jiminie, somos personas. No objetos. Deberíamos poder elegir con quien queremos pasar el resto de nuestras vidas.—JiMin desvío la mirada.
—Igual es una suerte que ellos hayan aceptado que sea yo quien esté con su hijos...—SeokJin molesto lo abrazo para que dejara de hablar. —Vales muchísimo más que JiWook, por favor no hables mal de ti.—Dio un último beso en su frente.—Nos vemos pronto.—Sonrió antes de salir a
las oscuras y apenas iluminadas calles. Se sintió mal por desear que alguien simplemente llegara y le quitara la vida. No podía hacerle eso a Aerin. Ya pensaría en la manera de quedarse ahí y sobre todo, de llevarse a Aerin lejos de casa lo más pronto posible.
Suspiró sintiendo el frío abrazarle, se maldijo por no haberle pedido alguna bufanda o algo a Jiminie. Doblo en la esquina y al pasar por uno de los callejones oscuros. Unos brazos le tomaron con fuerza y cubrieron su boca. SeokJin empezó a retorcerse sin éxito para ser liberado.
Una risita salió de aquel hombre y SeokJin sintió náuseas. Kwan. Ese hombre siempre estaba persiguiéndole, siempre había querido tener algo con SeokJin, pero este siempre se negaba. —Hola dulzura...—Le dijo con voz ronca. Sin darse cuenta sus mejillas estaban húmedas.
Estaba asustado, podía sentir un bulto entre su espalda baja y el nacimiento de su trasero. Nuevamente SeokJin intentó zafarse del agarre de aquel hombre. Pero era más alto y grande en masa que él. Riéndose Kwan quito el brazo de la cintura sin dejarlo separarse por la mano que
cubría su boca. SeokJin no estaba luchando ya. Era de noche, muy pocas personas estaban transitando y estaban en un callejón oscuro. Sintió el aire helado golpear su pecho y abdomen, ya que Kwan había roto su camisa. —Verás que va a gustarte.—Lamió su mejilla y SeokJin cerró
los ojos.—Entonces no podrás negarte a casarte conmigo ¿quién querría a alguien sucio?—SeokJin se removió un poco cuando sintió la mano de Kwan bajar desde su pecho, pasando su abdomen y llegando a la orilla de su pantalón. Sus ojos se hicieron grandes.
Empezó a negar frenéticamente. Pero Kwan solo ejercía fuerza en su boca, movió la cabeza de SeokJin para tener acceso a su cuello. Desabotonó aquel pantalón y SeokJin movía sus manos para alejarlo. SeokJin gimió de dolor cuando Kwan mordió con fuerza su clavícula.
Solo podía pensar en Aerin. Debía llegar a casa y protegerla. Entonces en un arranque empuñó su mano y la movió hacia arriba acertando en la nariz de Kwan quien lanzó a SeokJin con fuerza por el enojo. Este se estrelló contra un muro pero rápidamente se recuperó y salió de aquel
callejón corriendo. Cuando vio hacía atrás, Kwan lo seguía con una sonrisa maliciosa. En estos momentos agradecía que en el internado lo obligaran a correr por las mañanas. Pero por ir viendo atrás no se dio cuenta de lo que tenía en frente y de pronto se encontraba en el suelo.
—¿Estás bien?—La voz le pareció familiar. Cuando SeokJin miró hacía arriba sus ojos se abrieron nuevamente y empezaron a lagrimear. —NamJoon...—Iba a seguir hablando pero Kwan llegó. —Jin, cariño. No debes salir corriendo así.—No hizo mucha falta para que NamJoon los viera a
ambos y sumará dos más dos. Rápidamente se colocó frente a SeokJin, quien seguía sentado en el suelo. —Disculpe, creo que debería irse. Por favor.—Hablo amablemente NamJoon. Kwan solo se rió. —Muévete muchacho. Este no es asunto tuyo.—Intento rodear al moreno pero este también
se movió. Kwan gruño molesto. —De verdad no quisiera recurrir a los golpes, señor.—Kwan los vio molesto. —Esto no se va a quedar así...—Amenazo a ambos. Cuando NamJoon estuvo seguro que se había ido se giró y agachó a la altura de SeokJin. Solo entonces se dio cuenta de el
estado de su ropa. Su corazón se oprimió. Se sacó el suéter de lana que llevaba por el frío y se lo tendió al chico. —Póntelo.—Ordenó. SeokJin tomó el suéter y NamJoon se puso de pie para girarse y darle privacidad. SeokJin aprovechó para abotonar su pantalón y secar su cara.
—Gracias.—Habló SeokJin estando de pie y ya un poco más presentable. NamJoon echó un vistazo sobre su hombro para ver si podía girarse. —No, no es nada ¿Estás bien?—SeokJin asintió. Pero después negó y de pronto se encontraba doblado vomitando. NamJoon acariciaba suavemente su
espalda. —Ugh, lo siento mucho.—Gimió SeokJin sintiendo las lágrimas de nuevo. No era esta la manera en que quería encontrar al moreno y hablar con él. —Esta bien, no pasa nada.—NamJoon le sonrió y sus hoyuelos aparecieron.—Ven, no estamos muy lejos de donde nos estamos
quedando.—Tomó la mano de SeokJin y lo guió por algunas calles hasta llegar a un hotel a un lado del teatro donde se presentaban. Entraron a la habitación. Era bastante sencilla, solo tenía una cama matrimonial, un mueble para ropa y un escritorio. El baño era muy sencillo
también. NamJoon lo hizo sentarse en la cama. Aunque SeokJin no quería porque estaba todo sucio y olía mal. No quería que el chico durmiera en una cama sucia y con mal olor. NamJoon regreso con agua y un caramelo, se los tendió a SeokJin. Quien gustosamente acepto.
NamJoon rebuscó entre su ropa una camisa para su invitado y cuando encontró una blanca se encaminó a este y se la entregó. —Puedes cambiarte en el baño, la que llevas puesta no va a servirte más.—Hablo amablemente el moreno. SeokJin la tomó lentamente y sus dedos se tocaron
muy apenas. Pero eso bastó para que SeokJin sintiera escalofríos en su espina dorsal. —Gracias.—Dijo SeokJin adentrándose al baño. No quería quitarse el suéter que llevaba, ya que olía a NamJoon.—Y...—Empezó a hablar mientras se desvestía.—Eres el mago del circo ¿cierto?—Dejó
el suéter pulcramente doblado en el lavabo. —Ambos sabemos que tienes esa respuesta... Jinnie.—Habló NamJoon del otro lado de la puerta. Aún así, SeokJin sintió como su cuerpo se estremecía al escuchar aquel apodo salir de los labios del guapo chico.
—Ugh, creí que no lo recordarías.—Hablo SeokJin después de unos segundos. Se coló la camisa blanca y tomó la negra que había roto Kwan. Abrió la puerta del baño y NamJoon estaba recargado en el marco de esta. Ambos quedaron de frente. —Imposible no recordarlo.—El moreno sonrió
de lado haciendo que uno de sus hoyuelos se marcara. SeokJin se quedó sin aliento. —Oh.—Fue lo único que atinó a responder. —Eres un chico guapo y lo sabes. Sabes lo que causas en las personas. Mal ejemplo, pero esa camisa en tus manos es la prueba de ello.—NamJoon tomó la
barbilla de SeokJin que la había bajado su cabeza avergonzado.—No sé cómo. Pero sé que lo que sentimos es mutuo...—Se aventuró a decir el moreno. SeokJin trago grueso viendo aquel par de ojos negros como la noche. Después su vista bajó a los gruesos y apetecibles labios del
chico frente a él. Como acto de reflejo mordisqueó su labio inferior. SeokJin jamás había besado a nadie. Ni siquiera había sostenido la mano de alguien. Con JiMin era algo natural porque eran mejores amigos. Pero quería hacer todo eso con NamJoon de manera diferente. Amorosa.
SeokJin dio un paso al frente para estar más cerca de NamJoon; quien no retrocedió. Los ojos de SeokJin volvieron a hacer contacto con los del moreno que brillaban como si tuvieran estrellas en ellos. —¿Pued...—SeokJin no terminó de hablar cuando los gruesos labios de NamJoon
estaban haciendo contacto con los de él. De primera SeokJin se quedó de piedra sin saber que hacer, pero NamJoon suavemente jalo de su barbilla con su pulgar, haciendo que la boca de SeokJin se abriera y pudiera saborearla. Lentamente SeokJin empezó a mover sus labios a la par
de los de NamJoon. Sus brazos se colocaron en los hombros del chico, dejando caer la ropa que cargaba en sus manos. NamJoon colocó sus manos en la cadera ajena acercándolo más a su cuerpo. Los brazos de SeokJin se apretaron en los hombros, espalda y nuca del moreno para
que ni siquiera el aire pasará entre ellos. Una de las manos de NamJoon se coló juguetonamente debajo de la camisa que SeokJin había dejado fuera de su pantalón. Con su pulgar, trazaba círculos en el hueso de la cadera hasta que un claro gemido salió de sus labios.
SeokJin se separó de golpe y cubrió su boca avergonzado. Podía sentir las orejas calientes. NamJoon soltó una carcajada por lo lindo que le parecía eso. —Nunca habías hecho esto.—Afirmó NamJoon a lo que SeokJin negó.—¿Y estuvo bien?—Se aventuró a preguntar. SeokJin no iba a
negarlo, así que asintió. Quito la mano de su boca lentamente. —Debería...—Aclaró su garganta.—Debería irme a casa ahora.—Se agachó para tomar la ropa que dejó caer antes. Cuando estuvo de pie, estiró sus brazos para entregarle el suéter a NamJoon; este negó sonriendo.
—Voy a acompañarte a casa. Póntelo, afuera hace frío.—El moreno dio media vuelta y rebuscó entre su ropa para sacar otro suéter y colocárselo él. Cuando ambos estuvieron listos, salieron de la cálida habitación de hotel para dejarse abrazar por el helado viento.
Mientras caminaban por aquellas calles. NamJoon suavemente tomó la mano ajena y entrelazó sus dedos. SeokJin vio la unión por unos momento pensando en lo bien que encajaban. Cuando estuvieron en la esquina de su casa NamJoon se detuvo, esto provocó que SeokJin también lo hiciera.
—Vere que llegues seguro desde aquí.—Hablo suavemente NamJoon. SeokJin arrugó el entrecejo.—Jinnie, por más que esta atracción sea real, tú y yo...—Negó levemente con una pequeña sonrisa que era más triste que feliz.—Sabes que no podemos.—SeokJin apretó su agarre y rodeó los
hombros del chico. —Veámonos mañana después de la función.—Propuso entusiasmado. NamJoon dejó salir una risita sin humor. —Mañana es nuestra ultima función aquí, cuando terminemos con ella nos iremos de la ciudad a un nuevo destino.—SeokJin empezó a negar. —Iré contigo.—Habló
decidido. No tenía nada que perder. Solo Jiminie. Pensar en dejarlo hacía que su corazón le doliera. Se llevaría a Aerin con ellos. Era perfecto. —No puedes. Jinnie, me encantaría que estuvieras conmigo.—El moreno tomó ambas manos de SeokJin.—Pero yo no puedo darte la vida a la
que estás acostumbrado. Nosotros vivimos al día y no siempre todo es fácil.—Hablaba NamJoon mientras negaba. —Puedo ayudar, sé cocinar. Yo buscaré la manera. NamJoon por favor, no quiero que mis padres ganen y me obliguen a casarme con alguien con quien no quiero.—Su voz salió
apenas en un hilo. El corazón de NamJoon se apretó pensando en todas las posibilidades. Su cabeza trabajaba a toda marcha. Pensó en todos los problemas que tendrían ¿todo eso valía la pena? Vio de nuevo el rostro de Jinnie y suspiró derrotado. —Si las cosas se ponen dif...—No
continuó hablando porque SeokJin plantó un beso en sus labios. —¿Puedo traer a mi hermanita conmigo?—Pidió con suplica.—Y también a Jiminie.—SeokJin mordió su labio nervioso. —Lo que quieras está bien, cariño.—Acaricio la mejilla de este.—Nos vemos mañana a las 9pm en la puerta
trasera del teatro. Empaca lo necesario.—SeokJin asintió plantando otro beso en los labios del moreno mientras sonreía. Después de un par de besos más, ambos se despidieron con la promesa de encontrarse al día siguiente.
SeokJin se desperto de buen humor. No había querido dejar el suéter que él moreno le dio la noche anterior. Pero debía quitárselo para desayunar con sus padres. Por la había escrito una nota, para dejársela a sus padres cuando se fuera. Misma que había ocultado muy bien.
Sin ser muy obvio, fue a la habitación de su hermanita y revisó sus cosas. —Cariño ¿qué haces?—Preguntó su madre a su espalda. SeokJin se puso de pie recto. —No encuentro uno de mis libros, es mi favorito Mamá.—Esperaba que la mujer le creyera la mentira. —Oh, le diré a las
sirvientas que lo busquen.—Apretó sus labios. —Está bien, puedo buscarlo yo mismo.—Aseguró SeokJin no queriendo hacer un alboroto. —Encuéntralo antes de las 5pm.—SeokJin arrugó el entrecejo. —¿Por qué?—Su madre le sonrió.
—Tenemos una cena con los Kang. Será tu cena de despedida y de compromiso. Cuando te gradúes del internado en un año, regresarás a contraer matrimonio.—Su madre hablo sonriendo mientras lo tomaba por los hombros. SeokJin no tenía palabras.
Dio un paso hacia atrás y salió de la habitación. Bajó las escaleras y sin más salió de casa. Debía ver a JiMin pronto. Debían idear un plan para esa noche. SeokJin ni siquiera sabía si JiMin querría irse con él. Cuando llego a casa de los Park, estos lo saludaron y le dieron
calidad sonrisas. SeokJin respondió su saludo pero rápidamente preguntó por el paradero de su hijo. Subió las escaleras hasta entrar en la habitación donde JiMin se encontraba dibujando. —Oh, Hola Jinnie.—Lo saludó con una gran sonrisa dejando sus pinceles. Como si no se
hubiesen visto el día anterior. SeokJin se apresuró a cerrar la puerta a su espalda y JiMin le vio extrañado. —Necesito que escuches con atención.—JiMin tomó asiento nuevamente viendo con seriedad a su mejor amigo.—Voy a fugarme con el mago del circo, esta noche.—Los ojos del
menor se hicieron enormes y su boca se abrió.—No tengo tiempo para explicarte ahora, solo vengo porque puedes irte conmigo si lo deseas Minnie, no voy a dejarte aquí. Tienes que venir conmigo.—Pidio el mayor arrodillándose frente a JiMin y tomando sus manos.
Solo una palabra cruzaba por la mente de JiMin. “Libertad” —¿A que hora nos vamos?—SeokJin sonrió sintiendo las lágrimas en sus ojos. —Pasaré por ti a las 8:30pm, Aerin se va con nosotros.—JiMin dio un salto to emocionado. —¡Tendremos muchas aventuras!—Susurró gritando.
SeokJin asintió abrazando al pequeño con fuerza. Aún no sabía si su plan para salir de aquella cena le funcionaría. Pero esperaba que si. —Debo irme. Haz una maleta que puedas cargar tu mismo. Mete todo lo que creas necesario. Pero solo llevemos una maleta por persona.—JiMin
asintió sonriendo. —Oh dios. Estoy muy asustado.—Admitió riendo.—Seremos libres Jinnie.—SeokJin soltó una carcajada al sentir la emoción y los nervios en la voz del menor. —Aerin tendrá todo lo que nosotros no tuvimos.—Habló con orgullo. JiMin asintió. —Amor.—SeokJin dio un
beso en la frente de JiMin y se separó de este prometiendo una vez más pasar por él a la hora acordada. Cuando entró a su casa su madre lo recibió con una sonrisa y un abrazo. SeokJin regresó el abrazo y cerró los ojos imaginando que esa era su reacción al decirle que amaba a
alguien que ni siquiera conocía. Pero que su corazón le decía que era la persona indicada. Que el chico con quien quería estar era un mago de un modesto circo y que probablemente todas las clases de etiqueta que tomó no le servirían de mucho. Que probablemente paseara por un
viejo y pequeño apartamento con los pies descalzos y la camisa de su amante sobre sus hombros sin abotonar. Que probablemente beba café en tazas de los mercados y no en porcelana fina. —Todo estará bien.—Hablo su madre separándose de él.
—Lo sé.—SeokJin sonrió sabiendo que no hablaban de lo mismo. —En tu habitación está tu ropa lista. Ve a desayunar y descansa, nos iremos a las 5pm.—Puso una mano en la mejilla de su hijo.—Sabes que hago esto por tu bien. Porque te amo ¿cierto?—SeokJin colocó su mano sobre la de
su madre y sonrió. —Lo sé.—Sin querer, aquello sino más como una pregunta. SeokJin desayuno y jugó un poco con Aerin. Cuando sus padres salieron a buscar algún obsequio para llevar a la cena SeokJin aprovechó para tomar una maleta y tomar ropa de su hermanita. Algunos zapatos y
Su peluche favorito. Reviso la habitación pesando en que más necesitaría Aerin. Metió algunos listones y sus libros favoritos. Arrastró la maleta y la colocó con las maletas que él había traído de su viaje. Su madre no se fijaría en el montón de maletas. Tomó otra y metió sus
cosas. Ropa, zapatos, libros. Incluso algunas joyas que sus padres y familiares le habían dado. No por querer recordarles, serían un respaldo en caso de necesitar dinero en algún momento. Una vez hecha su maleta la colocó con el montón y rápidamente salió de la habitación.
Cuando se dieron las 3pm tomó a Aerin en brazos y le dijo a su madre que se ducharían juntos. Su madre no lo vio extraño pues solían hacerlo a menudo. —Okay cariño. Eres una niña grande ¿cierto?—Hablo SeokJin en un susurro. Aerin asintió.—¿Recuerdas el circo?—La cara de Aerin se
iluminó con una enorme sonrisa. —Las bailarinas eran muy bonitas Jinnie ¿viste sus ropas?—Preguntó emocionada. —¿Te gustaría ir con ellas? ¿Vivir con ellas?—La sonrisa de Aerin se borro, así como todo el brillo de su cara. —Mamá nunca me dejaría hacer eso—El corazón de SeokJin
se apretó en su pecho. —Pero te gustaría ir con ellas ¿cierto?—Aerin sonrió tímidamente. —Debes guardar muy bien este secreto...—SeokJin le hablo muy bajo en el oído.—Está noche, nos iremos con el circo. Pero mamá y papá no deben saberlo ¿quieres ir?—Estaba asustado.
—¡Si!—Gritó en un susurro mientras daba pequeños saltitos. SeokJin sonrió abrazándola fuertemente. —Debes ayudarme a salir de la casa de los Kang hoy ¿Puedes hacer eso por mí?—Pregunto SeokJin. —Ayudó.—Afirmó asintiendo. —Esto va a ser malo, cariño. Cuando estemos allá debes
ensuciar tu vestido. Lamento mucho que debas arruinarlo. Pero si haces eso, deberás venir a cambiar tu ropa y pídele a mamá que yo te acompañe.—Aerin asintió entendiendo.—Vamos a ser libres, Aerin. Lo prometo.—La niña besó su mejilla. —JiHoon es malo Jinnie. Yo lo vi.—Dijo
Aerin muy segura. —Lo sé, es por eso que debemos irnos lejos de casa.—Aerin a pesar de ser pequeña, entendía perfectamente que no vería a sus padres nuevamente. Después de hablar de aquel plan, ambos se ducharon riendo. Cada uno fue a su habitación y se vistieron.
Aerin movía sus pies mientras estaba sentada en una de las sillas del comedor. Volteaba a ver a SeokJin de vez en cuando esperaba que este asintiera para ensuciar su vestido. Cuando trajeron las copas de vino, SeokJin asintió. Aerin levantó su brazo como si quisiera tomar fruta
Y levemente golpeó la copa de su madre. Esta fue a dar directamente a su vestido blanco. Aerin lo había elegido a propósito. —¡Oh dios!—Exclamó su madre. —Mamá lo siento, quería manzana.—Aerin empezó a pucherear. —Está bien cariño, no pasa nada—Sonrió su madre de manera falsa.
—Es pegajoso, no quiero.—Se quejó jalando su vestido con la enorme mancha.—Quiero cambiare ¡No puedo cenar así! Esto no es aceptable.—SeokJin quiso carcajear por lo serio que se estaba tomando su papel la pequeña.—Jinnie ¿puedes llevarme a cambiar? Porfi.—La niña sonrió ladeando
su cabeza. —¿Mamá...?—La mujer dio un suspiro hondo. —Bien, no arruines tu ropa también.—Advirtió la mujer. SeokJin asintió y tomó la mano de su pequeña hermana. Ambos subieron al carruaje con el corazón bombeando a toda velocidad. —Eres asombrosa.—Felicitó SeokJin.
Cuando llegaron a casa. Cambiaron rápidamente a Aerin y jinnsaco ambas maletas. Aerin corrió a la habitación de sus padres y colocó a carta que SeokJin le dio en medio de la cama. Después tomó una cuadro que estaba en la mesita de noche y lo piso para romperlo. Sacó la fotografía
Y la metió a su vestido. Regreso corriendo a donde SeokJin cargaba dos maletas. Aerin quería ayudar pero sabía que no podría. Así que se encargó de revisar que nadie los viera para salir por la parte trasera de la casa. Cuando estuvieron en la calle estaban asustados, era de
noche y quizás nadie; de las pocas personas que había; les reconociera. Se encaminaron rápidamente a la casa de JiMin. Este salió de entre unos arbustos con una maleta y una enorme sonrisa. —Oh por Dios, de verdad nos estamos yendo—Hablo JiMin. Dio un beso a Aerin y esta sonrió.
Los tres emprendieron su caminata al teatro. Lo rodearon y vieron como personas iban y venían cargando cosas. SeokJin empezó a asustarse al no ver a NamJoon. —¿SeokJin?—Preguntó un chico pálido. SeokJin asintió.—Ven por aquí, NamJoon me envió.—Siguieron al pálido chico quien un
par de veces les vio sobre el hombro. Específicamente a JiMin, quien veía a todos lados maravillado. Llegaron a donde había una carreta con otras maletas y de la nada apareció NamJoon. —Hola Jinnie.—Sonrió el moreno. SeokJin soltó las maletas y saltó a sus brazos.
—Hey, debemos darnos prisa.—Hablo el pálido subiendo las maletas con las otras.—Debemos salir ahora. Aún debemos cargar el tren.—Aerin gritó emocionada mientras aplaudía. —Jinnie viajaremos en tren.—Le dijo emocionada con una gran sonrisa. —¿Quieres otro caramelo?—Preguntó
NamJoon a la pequeña. —¿Con magia?—NamJin asintió riendo.—Entonces si quiero.—NamJoon llevo su mano detrás de la oreja de la niña y puso frente a sus ojos una paleta.—¿Lo viste Jinnie? ¡Es magia!—El pálido soltó una risita que hizo a JiMin girar a verlo y ladear su cabeza.
—Okay, hagamos esto rápido. JiMin, YoonGi, SeokJin, Aerin, NamJoon. Las presentaciones se hicieron. Ahora vámonos.—Todos rieron mientras se subían a la carreta. Una vez todos se acomodaron en aquella modesta carreta emprendieron el corto viaje al tren en el que se transportaba
a quel circo. —YoonGi y yo hemos hecho algunos arreglos para que podamos dormir los cinco en una habitación.—Habló NamJoon. —Oh, genial.—Sonrió JiMin. Cuando llegaron al tren tomaron sus maletas. NamJoon y YoonGi les ayudaron, ya que ellos ya habían llevado su equipaje a la
modesta habitación. Entraron y dejaron las maletas de SeokJin y JiMin con las de ellos. La habitación era estrecha pero no pasaría mucho tiempo ahí y estaba muy limpia. —¡Pido arriba!—Gritó Aerin alzando sus brazos para que la subieran a la segunda cama de la litera.
YoonGi la tomó en brazos y la dejó en la segunda cama. —Uh, no creo que esto funcione así.—Hablo nerviosamente NamJoon.—Se supone que Aerin duerma con JiMin en esa cama, tú...—señaló a SeokJin.—Dormirías conmigo aquí y YoonGi en la segunda cama.—JiMin vio a YoonGi y sus orejas
calientes y su cara roja. —No tengo problema con dormir con alguien más.—Hablo en un susurro. —Puedo dormir en el suelo.—Hablo YoonGi. —O pueden dormir tu y JiMin juntos.—Propuso NamJoon. —De verdad no tengo problema con dormir contigo.—Hablo JiMin bajando su cabeza.
—¡Bien! Está decidido.—Hablo SeokJin llevando la atención hacia él. Lo cual agradeció JiMin. —Jinnie... aún estás a tiempo de arrepentirte.—Hablo NamJoon. No era que no quisiera que SeokJin se fuera con él, solo quería estar seguro de que él realmente quería hacer esto.
—¡No!—Todos giraron a ver a una Aerin con el entrecejo arrugado.—Me prometieron que iríamos con las bailarinas ¡quiero ser una bailarina!—Reclamo la pequeña. Todos reían a carcajadas. —Ahí tienes tu respuesta.—Le dijo SeokJin a NamJoon.
—Bien, creo que... uh, deberíamos ir a dormir entonces.—Habló YoonGi rascando su nuca.—¿qué lado prefieres?—preguntó a JiMin. —No quiero el pasillo, me da miedo.—Acepto en voz baja mientras retorcía sus dedos avergonzado. —Jiminie, no estes asustado. Namie y Yoonie nos cuidan.—
Dijo Aerin sonriendo.—Oh, Jinnie ¿Trajiste a trompitas?—Hizo un puchero. SeokJin sonrió abriendo la maleta de Aerin y sacando el peluche de elefante que tanto le gustaba. También sacó un pijama y cerró la maleta. —Nosotros estaremos afuera.—Hablo NamJoon, jalando a YoonGi.
Una vez todos con las pijama a puestas se dispusieron a acomodarse en sus respectivas camas. —Si me muevo mucho y molesto, con sacarme de la cama con una patada en el trasero bastará.—Dijo YoonGi a JiMin quien se rió por lo que decía el pálido. —Gracias. Por ayudarnos.—YoonGi
sintió su corazón acelerarse.—Si no es mucho pedir ¿Puedo abrazarte? Es solo que, tenía un peluche ¿Sabes? Y lo deje porque en mi maleta había demasiadas cosas...—JiMin se avergonzó.—Olvidalo.—Giró dándole la espalda al pálido. Apretó sus ojos queriendo morir de vergüenza.
JiMin sintió la mano del pálido tomar su cintura. —Está bien, puedes abrazarme.—JiMin mordió su labio inferior mientras giraba para quedar frente a YoonGi. Se abrazo al pálido y escondió su cara en el pecho de este.
ᴡʜᴀᴛ ɪғ ᴡᴇ ʀᴇᴡʀɪᴛᴇ ᴛʜᴇ sᴛᴀʀs? sᴀʏ ʏᴏᴜ ᴡᴇʀᴇ ᴍᴀᴅᴇ ᴛᴏ ʙᴇ ᴍɪɴᴇ, ɴᴏᴛʜɪɴɢ ᴄᴏᴜʟᴅ ᴋᴇᴇᴘ ᴜs ᴀᴘᴀʀᴛ, ʏᴏᴜ'ᴅ ʙᴇ ᴛʜᴇ ᴏɴᴇ ɪ ᴡᴀs ᴍᴇᴀɴᴛ ᴛᴏ ғɪɴᴅ. sᴏ ᴡʜʏ ᴅᴏɴ'ᴛ ʀᴇᴡʀɪᴛᴇ ᴛᴇ sᴛᴀʀs?
—¡Vamos! Es tarde y quiero ver todo.—Hablaba una entusiasmada Aerin de dieciséis años jalando a NamJoon y SeokJin quienes reían. —Cariño, tenemos asientos en primera fila. Estaremos bien.—Hablo NamJoon. —Pero Moonie, quiero ver a Yoonie también. Me gusta cuando me mima.—Soltó
una risita. —Bien vamos.—SeokJin empujó suavemente a NamJoon. Cuando llegaron al teatro dieron sus entradas a la persona encargada y se dirigieron a sus asientos. YoonGi ya están ahí. —¡Yoonie!—Gritó Aerin corriendo a donde él pálido estaba. Se puso de pie y abrazo fuertemente
a la siempre pequeña -para él- Aerin. —Hola cariño. Diablos, siento que vivo en este jodido teatro.—Se quejó bromeando.—Por cierto ¿Cuando es tu recital?—Pregunto a la pequeña. —El próximo sábado.—Respondió ofendida. —Hey.—Saludó NamJoon al pálido.—¿JiMin estaba bien?—Preguntó
NamJoon mientras le hacía espacio a Job para que saludara a YoonGi. —Sí, como siempre estaba un poco nervioso, pero ya saben. Cosa por lo que hemos pasado todos.—Se rió un poco. Todos tomaron asiento y siguieron hablando un poco de esto y aquello mientras esperaban.
—Quizás tu siguiente libro debería ser de como YoonGi y JiMin se enamoraron.—Hablo SeokJin en el odio de su esposo. —Oh dios, estaría lleno de tartamudeos, sonrojos y citas torpes.—Se rió el moreno tomando la mano de SeokJin para entrelazar sus dedos. —Justo lo necesario para
enganchar al público. Sería una buena segunda parte de “Rewrite The Stars”—opinó SeokJin refiriéndose al libro que su esposo había publicado contando su historia de amor.—La tercera parte podría ser de Aerin y la persona que le guste.—NamJoon le dio una mala mirada.
—Aerin es una bebé. Aún le falta mucho para que empiece con las citas.—NamJoon estaba celoso. —Pues el hijo de los Lee la ha invitado a cenar después de su recital y si Aerin quiere va a ir.—SeokJin apretó los labios aguantando reírse. —¡Sobre mi cadaver!—YoonGi volteó a verlo.
—¿Todo bien?—Preguntó el pálido viendo a la pareja. —Aerin cree tener una cita después de su recital. Pero no es así porque es muy pequeña aún.—Los ojos del pálido se abrieron y vio a Aerin que veía con la boca abierta a NamJoon. —¿Estás loca?—Le hablo esta vez el pálido.
—Oh Dios.—Gimio Aerin. Iban a seguir discutiendo con ella pero el telón se abrió y por fin empezaría el concierto en el que JiMin sería la voz principal. Le habían pedido a YoonGi ser el pianista pero rechazó la oferta alegando querer ver a su esposo con tranquilidad.
JiMin sonrió al ver a su pequeña familia al centro en la primera fila. YoonGi le lanzó besos mientras que el resto le aplaudía y saludaba con mucho entusiasmo. SeokJin suspiró viendo lo mismo que JiMin. Fugarse aquella noche había sido la mejor decisión de su vida. Aerin había
recibido tanto amor, que era una persona tan confiada y cálida. JiMin había descubierto que además de dibujar era bueno cantando. NamJoon había empezado a escribir y ya se habían publicado seis de sus libros. YoonGi aprendió a tocar piano ya que Aerin le decía que debía
ayudarle a practicar para sus recitales de ballet. Convirtiéndose en uno de los mejores pianistas del país y SeokJin había abierto una repostería que ahora era muy conocida. Estaba pensando en expandirse a los paises vecinos, también solía cantar para algunos recitales de
Aerin. Pero prefería disfrutar de verla. Su pequeña familia era suficiente y era preciosa. Recargó su cabeza en el hombro de NamJoon y este besó su frente. Estaba feliz donde estaba ahora y con quienes estaba.
El fin. Muchas gracias por leer. Realmente empecé esto sin saber que rumbo tomaría. Pero me gusta a donde llegamos. Perdón por los errores, corren por mi cuenta. Nos leemos por ahí. All the love, x.
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