El decrecimiento en recursos y energía se va a producir lo queramos o no. Lo que está en juego es cómo se implementa: de la forma más controlada y justa posible sin dejar a nadie atrás o a la manera capitalista del sálvese quien pueda.
El decrecimiento político persigue la justicia social.
Los que menos tienen (personas y países más pobres) NO han de decrecer.
Los ricos hemos de decrecer nuestro consumo energético y de recursos, y
los muy ricos todavía más.
El decrecimiento político no busca "volver a las cavernas". La obsesión capitalista con el crecimiento económico, que esquilma los recursos y degrada el medioambiente, nos ha llevado a la situación de crisis planetaria y colapso ecológico en la que estamos.
El decrecimiento no es una ocurrencia. Es un movimiento político y social con bases teóricas desarrolladas desde los años 70 por intelectuales de primer orden.
El decrecimiento es un acto racional frente a la irracional búsqueda de un crecimiento perpetuo como si fuéramos bacterias en una placa Petri o células tumorales que se multiplican hasta acabar con el propio organismo del que son parte.
El decrecimiento busca abandonar los modos de explotación, producción y consumo capitalistas (consumismo, competitividad, obsolescencia programada, éxito medido como acaparación material). El decrecimiento es en energía y recursos pero no lo es en cuidados y buen vivir.