En cada generación de la familia Kim hay una persona que tiene la habilidad de ir “al otro mundo” uno donde solo los dioses habitan. En esta generación, es Kim tabeyung quien obtiene dicha habilidad y su abuela lo prepara para servir a Al dios Jeon JeongGuk.

JeongGuk es el Dios de la naturaleza; y por muy bonito que eso pinte el guapo hombre tiene un carácter horrible. En su primer día yendo al mundo de los dioses TaeHyung estaba muy emocionado por conocer todo, tristemente no podía sacar fotografías o llevar su celular con él.

Pero su emoción se ve opacado por el borde recibimiento de JeongGuk. Su abuela le había advertido a su adorable nieto sobre el mal carácter de dicho Dios. Se rumoreaba que el Dios JeongGuk había perdido al amor de su vida cuando era un simple humano.

Al verlo por primera vez, JeongGuk se había acercado a él y lo había examinado, le había hecho preguntas muy extrañas, incluso le había preguntado por su ave; pero TaeHyung no tenía ninguna ave, solo tenía a Tannie, si pequeño perro.

Los primeros días fueron feos para el lindo moreno que intentaba adaptarse a los cambios de humor tan drásticos de JeongGuk. A veces lo cansaban tanto que le quería gritar muchas cosas feas, pero se detenía al recordar que el chico había vivido miles de años extrañando a su +

primer amor. En una ocasión mientras TaeHyung cumplía sus tareas; se perdió por el castillo de JeongGuk llegando a una zona desconocida para él. Encontró una enorme biblioteca en la cual había una enorme sala de descanso, estaba casi todo cubierto y su curiosidad ganó.

Había muchos lienzos a medio terminar, había material para pintar que era precioso a pesar de las capas de polvo. TaeHyung siguió viendo hasta que se encontró con una pintura ur estaba cubierta. Esperaba ver otro lienzo más sin terminar; pero lo que encontró lo hizo caerse.

Era JeongGuk, pero era JeongGuk con él. ¿Cómo era eso posible? TaeHyung creyó estar soñando, pero cuando tocó la pintura con la yema de sus dedos. Una mano tomó su muñeca con fuerza y se encontró con los ojos de JeongGuk volviéndose dorados de furia.

En lugar de sentirse asustado su cabeza zumbó y recuerdos que no eran suyos; o al menos eso creía. Llegaron a él. “Nochu.” Había dicho sin siquiera saber porque. JeongGuk abrió enormemente sus ojos y lo abrazó.

“Eres tú.” Había dicho mientras lo abrazaba llorando. TaeHyung no entendía mucho, pero él también estaba llorando porque sentía una opresión en su pecho pero al mismo tiempo una burbujeante felicidad.

JeongGuk había explicado después que cada dos mil años, aparecía una reencarnación de él TaeHyung de quien se enamoró, ese fue el acuerdo para volverse el dios que era ahora y renunciar a su vida humana.

Y TaeHyung le creía. Le creía porque sentía en su pecho lo mucho que amaba a JeongGuk.