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Escribo esto ahora que he vuelto y en relación con la polémica por la que me fui. Quiero hacer este hilo explicando dos cuestiones. Va a ser largo, pero os pido por favor que lleguéis hasta el final. La primera de ellas es el tema sobre el que surgió toda la polémica. (1/77)

Me ratifico, quizá hoy más firmemente que nunca, en que el sexo prematrimonial es un acto intrínseca y gravemente desordenado, y que es un pecado grave, por mucho que haya personas que no piensen que es tal. (2/77)
Porque recordamos que la definición de este acto como pecado grave no es mía, ni de cuatro curas. Es algo presente en el magisterio de la Iglesia de manera inmutable a través de 2000 años. Porque sí, tras 21 concilios, hay cosas que han cambiado en la Iglesia. (3/77)
Ninguna de ellas es lo que es pecado y lo que no lo es. Eso ha permanecido siempre tal y como es desde un principio. No hay cosas que dejen de ser pecado. En cuanto a prácticas, medidas sociales, etcétera, (4/77)
puede haber cambios: la Iglesia puede proponer algo mejor que lo que había antes. Pero en cuanto a lo que es pecado y no lo es, jamás se ha cambiado (ni se cambiará) ni una sola coma. Y repito que esto no lo digo yo, (5/77)
sino que puede sostenerse con total y meridiana claridad siguiendo las enseñanzas de la Iglesia, de las que me sigo declarando firme defensor. La prohibición a toda forma de sexo fuera del matrimonio es clara a lo largo de la Biblia. «No cometerás adulterio» (Ex 20, (6/77)
14; Dt 5, 17). Estos libros serán de alrededor de como mínimo entre 1200 y 1000 años antes de Cristo. Y por mucho que digáis que las cosas cambian con los tiempos, esto no es así. 1000 años después de que se diera el mandato ya mencionado, Cristo no solo lo mantiene, (7/77)
sino que además lo recrudece. «Habéis oído que se dijo: “No cometerás adulterio”. Pues yo os digo: Todo el que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón» (Mt 5, 27-28). Pero la sexualidad cristiana no es sencillamente una negación. (8/77)
Catecismo (CIC) 2335: “Cada uno de los dos sexos es, con una dignidad igual, aunque de manera distinta, imagen del poder y de la ternura de Dios. (9/77)
La unión del hombre y de la mujer en el matrimonio es una manera de imitar en la carne la generosidad y la fecundidad del Creador: “El hombre deja a su padre y a su madre y se une a su mujer, y se hacen una sola carne” (Gn 2, 24). (10/77)
De esta unión proceden todas las generaciones humanas (cf Gn 4, 1-2.25-26; 5, 1).” Nuestra concepción de la sexualidad es, ante todo, una afirmación. (11/77)
Una afirmación del carácter sagrado del acto sexual (hasta el punto de que San Juan Pablo II hablaba de la cama matrimonial como el altar del matrimonio). No es algo que “hayamos mitificado”. Es la expresión más sincera e íntima de amor. (12/77)
Porque vosotros decís que el amor es más íntimo que el sexo. Y os confundís, porque el sexo es el acto supremo de amor, porque el amor no es algo abstracto, el amor no es solo un sentimiento. El amor se concreta en la entrega, en los actos. (13/77)
No puedes decir que el amor es más íntimo que el sexo, porque el amor son actos. Decir a alguien que le quieres no es amarle. Amarle es entregarte a esa persona. Y no puedes entregarte de otra forma que no sea con actos. (14/77)
El amor no puede ser más íntimo que el sexo porque el sexo es la expresión más íntima de amor. Es donde mejor se puede concretar el amor humano: es la entrega íntegra del ser a la persona amada. Así, los cónyuges se entregan el uno al otro. Y no entregan algo suyo. (15/77)
(Aunque sea cierto que hay muchas más formas de entrega que el sexo, por supuesto, lo que se dice es que el sexo es la más alta e íntima de ellas).
Se entregan a sí mismos. CIC 2336: “Jesús vino a restaurar la creación en la pureza de sus orígenes. En el Sermón de la Montaña interpreta de manera rigurosa el plan de Dios: «Habéis oído que se dijo: “no cometerás adulterio”. (16/77)
Pues yo os digo: “Todo el que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón”» (Mt 5, 27-28). El hombre no debe separar lo que Dios ha unido (cf Mt 19, 6).” El Catecismo de la Iglesia es claro. Esto está a día de hoy en el Catecismo, (17/77)
y por mucho que un sacerdote diga que el sexo prematrimonial ya no es pecado porque los tiempos cambian, el Catecismo sigue siendo claro y conciso al respecto. Hay una llamada que Dios hace a cada persona a la castidad. (18/77)
CIC 2337: “La castidad significa la integración lograda de la sexualidad en la persona, y por ello en la unidad interior del hombre en su ser corporal y espiritual. La sexualidad, en la que se expresa la pertenencia del hombre al mundo corporal y biológico, (19/77)
se hace personal y verdaderamente humana cuando está integrada en la relación de persona a persona, en el don mutuo total y temporalmente ilimitado del hombre y de la mujer." (20/77)
CIC 2338: “La persona casta mantiene la integridad de las fuerzas de vida y de amor depositadas en ella. Esta integridad asegura la unidad de la persona; se opone a todo comportamiento que la pueda lesionar. No tolera ni la doble vida ni el doble lenguaje (cf Mt 5, 37)." (21/77)
CIC 2339: “La castidad implica un aprendizaje del dominio de sí, que es una pedagogía de la libertad humana. La alternativa es clara: o el hombre controla sus pasiones y obtiene la paz, o se deja dominar por ellas y se hace desgraciado (cf Si 1, 22). (22/77)
“La dignidad del hombre requiere, en efecto, que actúe según una elección consciente y libre, es decir, movido e inducido personalmente desde dentro y no bajo la presión de un ciego impulso interior o de la mera coacción externa. El hombre logra esta dignidad cuando, (23/77)
liberándose de toda esclavitud de las pasiones, persigue su fin en la libre elección del bien y se procura con eficacia y habilidad los medios adecuados” (GS 17). (24/77)
CIC 2340: “El que quiere permanecer fiel a las promesas de su Bautismo y resistir las tentaciones debe poner los medios para ello: el conocimiento de sí, la práctica de una ascesis adaptada a las situaciones encontradas, la obediencia a los mandamientos divinos, (25/77)
la práctica de las virtudes morales y la fidelidad a la oración. “La castidad nos recompone; nos devuelve a la unidad que habíamos perdido dispersándonos” (San Agustín, Confessiones, 10, 29; 40).” CIC 2342: “El dominio de sí es una obra que dura toda la vida. (26/77)
Nunca se la considerará adquirida de una vez para siempre. Supone un esfuerzo reiterado en todas las edades de la vida (cf Tt 2, 1-6). El esfuerzo requerido puede ser más intenso en ciertas épocas, como cuando se forma la personalidad, (27/77)
durante la infancia y la adolescencia.” CIC 2344: “La castidad representa una tarea eminentemente personal; implica también un esfuerzo cultural, pues “el desarrollo de la persona humana y el crecimiento de la sociedad misma están mutuamente condicionados” (GS 25). (28/77)
La castidad supone el respeto de los derechos de la persona, en particular, el de recibir una información y una educación que respeten las dimensiones morales y espirituales de la vida humana.” Una vez definido el asunto de la castidad, (29/77)
creo que el Catecismo aclara también unas cuantas cosas sobre la vocación a la misma. CIC 2348: “Todo bautizado es llamado a la castidad. El cristiano se ha “revestido de Cristo” (Ga 3, 27), modelo de toda castidad. (30/77)
Todos los fieles de Cristo son llamados a una vida casta según su estado de vida particular. En el momento de su Bautismo, el cristiano se compromete a dirigir su afectividad en la castidad.” CIC 2350: “Los novios están llamados a vivir la castidad en la continencia. (31/77)
En esta prueba han de ver un descubrimiento del mutuo respeto, un aprendizaje de la fidelidad y de la esperanza de recibirse el uno y el otro de Dios. Reservarán para el tiempo del matrimonio las manifestaciones de ternura específicas del amor conyugal. (32/77)
Deben ayudarse mutuamente a crecer en la castidad.” Como podréis ver, aquí no hay vuelta de hoja. Los novios están llamados a la castidad hasta el momento del matrimonio. No hay más. No cabe retorcer la doctrina, porque esta es clara. (33/77)
El sexo prematrimonial es una falta de castidad. Hablemos aquí de distintas ofensas a la castidad, creo que nunca viene mal que todos las recordemos. CIC 2351: “La lujuria es un deseo o un goce desordenados del placer venéreo. (34/77)
El placer sexual es moralmente desordenado cuando es buscado por sí mismo, separado de las finalidades de procreación y de unión.” CIC 2352: “Por masturbación se ha de entender la excitación voluntaria de los órganos genitales a fin de obtener un placer venéreo. (35/77)
“Tanto el Magisterio de la Iglesia, de acuerdo con una tradición constante, como el sentido moral de los fieles, han afirmado sin ninguna duda que la masturbación es un acto intrínseca y gravemente desordenado”. (36/77)
“El uso deliberado de la facultad sexual fuera de las relaciones conyugales normales contradice a su finalidad, sea cual fuere el motivo que lo determine”. Así, (37/77)
el goce sexual es buscado aquí al margen de “la relación sexual requerida por el orden moral; aquella relación que realiza el sentido íntegro de la mutua entrega y de la procreación humana en el contexto de un amor verdadero” (Congregación para la Doctrina de la Fe, Decl. (38/77)
Persona humana, 9). Para emitir un juicio justo acerca de la responsabilidad moral de los sujetos y para orientar la acción pastoral, ha de tenerse en cuenta la inmadurez afectiva, la fuerza de los hábitos contraídos, (39/77)
el estado de angustia u otros factores psíquicos o sociales que pueden atenuar o tal vez reducir al mínimo la culpabilidad moral.” Ahora entramos en la cuestión que nos traía de cabeza el otro día. (40/77)
CIC 2353: “La fornicación es la unión carnal entre un hombre y una mujer fuera del matrimonio. Es gravemente contraria a la dignidad de las personas y de la sexualidad humana, naturalmente ordenada al bien de los esposos, así como a la generación y educación de los hijos. (41/77)
Además, es un escándalo grave cuando hay de por medio corrupción de menores.” CIC 2354: “La pornografía consiste en sacar de la intimidad de los protagonistas actos sexuales, reales o simulados, para exhibirlos ante terceras personas de manera deliberada. (42/77)
Ofende la castidad porque desnaturaliza la finalidad del acto sexual. Atenta gravemente a la dignidad de quienes se dedican a ella (actores, comerciantes, público), pues cada uno viene a ser para otro objeto de un placer rudimentario y de una ganancia ilícita. (43/77)
Introduce a unos y a otros en la ilusión de un mundo ficticio. Es una falta grave. Las autoridades civiles deben impedir la producción y la distribución de material pornográfico.” CIC 2355: “La prostitución atenta contra la dignidad de la persona que se prostituye, (44/77)
puesto que queda reducida al placer venéreo que se saca de ella. El que paga peca gravemente contra sí mismo: quebranta la castidad a la que lo comprometió su bautismo y mancha su cuerpo, templo del Espíritu Santo (cf 1 Co 6, 15-20). (45/77)
La prostitución constituye una lacra social. Habitualmente afecta a las mujeres, pero también a los hombres, los niños y los adolescentes (en estos dos últimos casos el pecado entraña también un escándalo). Es siempre gravemente pecaminoso dedicarse a la prostitución, (46/77)
pero la miseria, el chantaje, y la presión social pueden atenuar la imputabilidad de la falta.” CIC 2356: “La violación es forzar o agredir con violencia la intimidad sexual de una persona. Atenta contra la justicia y la caridad. (47/77)
La violación lesiona profundamente el derecho de cada uno al respeto, a la libertad, a la integridad física y moral. Produce un daño grave que puede marcar a la víctima para toda la vida. Es siempre un acto intrínsecamente malo. (48/77)
Más grave todavía es la violación cometida por parte de los padres (cf. incesto) o de educadores con los niños que les están confiados.” Como veis, cabe que un católico no cumpla esto (todos somos débiles, (49/77)
y yo jamás dije que alguien fuera peor persona que yo o menos católico por no cumplir esto: yo soy el primero que peco, y he pecado en multitud de ocasiones y con no poca gravedad. Soy un pecador miserable, y hablo desde el corazón, un gusano indigno de que Dios me mire. (50/77)
Lo bonito es que Dios nos mira aun habiendo pecado). Pero lo que no cabe es que quien se dice católico niegue explícitamente estos puntos enseñados con meridiana claridad por la Iglesia. Y no hablo de negarlos en la práctica, con los actos. Si leéis la discusión, (51/77)
jamás argumenté tal cosa. Y aquí entra la segunda cuestión. Mi argumento era que no puede llamarse católico el que formal y frontalmente declara como errónea la enseñanza de la Iglesia de manera intelectual y a viva voz. (52/77)
Es absurdo que me diga comunista y predique a viva voz que el capitalismo es algo totalmente correcto. O que me declare capitalista y diga que la propiedad privada no es algo lícito. De la misma manera, (53/77)
no tiene sentido que me diga católico pero afirme que las enseñanzas de la Iglesia acerca de la sexualidad no solo son erróneas, sino que además afirme que actuar de manera contraria a ellas es algo bueno. No estoy tratando de reabrir este debate. (54/77)
Sencillamente quería dejar clara esta cuestión. Yo en ningún, y lo repito bien claro, en ningún momento entré a juzgar a nadie. No he juzgado a persona alguna. No he asumido de nadie una bondad o maldad. No he dicho de nadie que yo sea mejor o peor católico. (55/77)
Porque no creo que haya algo como mejor o peor católico: o bien uno es católico y acepta que la enseñanza de la Iglesia es cierta aunque no la cumpla, o no lo es y afirma que la enseñanza de la Iglesia es errónea. Todos somos malos católicos. Todos pecamos. (56/77)
Yo no entré en ese tema. Yo no dije a nadie que tenía que dejar de considerarse católico por haber pecado. Si fuera por eso, yo mismo tendría que quitarme toda referencia al catolicismo de mi cuenta, porque soy el primero que he pecado. Como bien decía San Josemaría, (57/77)
yo soy capaz de los peores errores y los peores horrores. Y creedme que no voy falto de ellos. He cometido muchos. Un ejemplo de ellos es mi falta de tacto, causada por un defecto de carácter que tengo: mi propensión a enervarme en las discusiones. Así, (58/77)
acabé pecando cuando, de forma bastante poco caritativa, mandé a varias personas a “comerme los cojones” (sic). Efectivamente. Está mal. Y lo reconozco. Y tendré que confesarme por ello. Y quiero pediros disculpas a todos por esto, (59/77)
porque no ha sido justo ni caritativo para con vosotros. No tengo problema alguno en admitirlo: he pecado. He faltado a la caridad y he caído en el insulto. Y ni siquiera es la primera vez, y mucho menos es este el único de mis pecados. (60/77)
Por eso digo que no llamo a nadie peor o mejor persona que yo ni me he creído en ningún momento mejor persona que nadie por mantener mi virginidad, porque anda que no habré pecado contra tantas otras virtudes. Y Dios lo sabe bien. No he juzgado a nadie. (61/77)
He juzgado una acción, y ni siquiera lo hice en referencia a persona alguna, sino como acto en sí, porque, efectivamente, yo no sé lo que hay en el corazón del hombre, eso solo lo sabe Dios. Lo que yo sí sé es que el acto sexual fuera del matrimonio es un pecado grave, (62/77)
una falta a la virtud de la castidad y un acto intrínsecamente desordenado. Y no hay vuelta de hoja en esto. En ningún momento he hecho desprecio a nadie por no haber mantenido la virginidad, (63/77)
y de esto muchos que estáis en esa situación sois testigos de que jamás os he mirado por encima del hombro por ello. Yo puedo haberos dicho que no es lo que deberíais hacer, pero jamás he dicho que seáis buenas o malas personas por hacerlo, (64/77)
y jamás he asumido nada contra vuestro carácter moral. No he dicho nada sobre persona alguna. Y si os habéis sentido juzgados no era desde luego mi intención, ni hay en ninguno de mis tuits juicio explícito en contra de nadie, solo en contra del acto en cuestión. (65/77)
No os conozco. No sé cómo sois. Y por esto no os he juzgado. No he juzgado a persona alguna, sino he hablado sobre un acto, emitiendo un juicio sobre el mismo en consonancia con la Iglesia Católica, su Catecismo y las Sagradas Escrituras. (66/77)
También es cierto: si sois víctimas de pecados de pureza, mi consejo es el siguiente: no los ataquéis directamente, porque no suelen ser la enfermedad, sino el síntoma de la misma. Ejercitad otras virtudes y veréis como crece vuestra pureza. Ejercitad la fortaleza, (67/77)
la caridad, la sinceridad, la oración. Pasad horas ayudando en residencias de ancianos, haciendo voluntariados para gente necesitada, ayudando a quien esté junto a vosotros. Ejercitad la fortaleza: ofreced mortificaciones a Dios, ofreced dificultades. (68/77)
Ejercitad la oración: tratad de estar más cerca del Señor, haced 15 minutos diarios de oración y veréis como en pocas semanas vuestra vida de un vuelco radical. El pecado contra la castidad no es ni de lejos el más grave. No está todo perdido. (69/77)
Son peores los pecados del espíritu: tratar de dejar a otra persona en ridículo, la soberbia, la hipocresía. Los pecados de la carne responden por así decirlo a un ser animal. Y están mal. Pero peores son los pecados del espíritu, que responden a un ser demoníaco. (70/77)
Y ahora, siendo sinceros y justos, me parece vergonzoso lo que sucedió aquí después de que yo hablase sobre la doctrina. El señalamiento, el insulto, la burla y el acoso al que fui sometido durante horas para mi escarnio público, (71/77)
humillación y difamación no tienen nombre. Y tampoco lo tiene el señalamiento a toda aquella persona que trató de darme ánimos o apoyarme. Yo no fui en contra de nadie, falté a la caridad con el insulto, eso es totalmente cierto y reitero mis disculpas, (72/77)
pero las acusaciones de haber juzgado a personas en concreto son sencilla y llanamente falsas. En ningún momento juzgué a personas como peores o mejores. Juzgué actos y señalé incoherencias, pero en ningún momento he juzgado a nadie. Espero que esto haya quedado claro. (73/77)
Y con esto cierro este tema, que me parece absurdo y ridículo que haya tomado estas dimensiones. Dejo este hilo para que preguntéis todo lo que queráis o pongáis lo que os apetezca o si queréis os caguéis en mis muertos. Ya he dicho lo que tenía que decir, (74/77)
y al final del día de hoy volveré a mi retiro. (75/77)
Y la sorpresa es que hay dos tuits de propina. Un saludo.
𝕱𝖆𝖈𝖍𝖒𝖆𝖓 ♰
Al atardecer de la vida nos examinarán del Amor. CEO de hilos largos | Mamporrero Papal | Peligroso esquizofrénico paranoide | Provida hasta la muerte
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