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Tirano y Lo Que Surja 𓂆 🇵🇸 🕊️🇺🇦🤝🏼🇷🇺

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@Chongxi_Bai

Aug 19, 2022
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Sayyid Quṭb, considerado como uno de los teóricos islamistas mas influyentes del siglo XX y cuyas ideas inspiraron desde al ʾImām Khomeinī y la República Islámica de Irán hasta a Usāma b. Lādin y al-Qāʿida, vivió durante dos años en EE.UU.. Su experiencia allí marcó su devenir.

Durante su juventud, Sayyid habría sido cercano al Ḥizb al-Wafd, partido de tendencia liberal-progresista que jugó un papel clave en la Revolución Egipcia de 1919. Durante estos años se desempeñado como periodista, destacando por sus ideas progresistas e ilustradas.
Sayyid Quṭb estaba interesado en la filosofía occidental, había seguido con curiosidad los procesos y evoluciones políticas, sociales, literarias, científicas y tecnológicas de Europa y EE.UU., interesándose por el liberalismo y el socialismo y la búsqueda del desarrollo.
Sayyid era un occidentalizado en toda regla para los ojos egipcios de ese entonces: Vestía con traje y corbata, usaba bigote y se peinaba como europeo, amaba la música clásica y le encantaban las películas de Hollywood y las novelas de Victor Hugo.
Como muchos jóvenes de su generación, Sayyid Quṭb veía el futuro de Egipto en la occidentalización: Para progresar Egipto debía emular a las naciones y sociedades occidentales. En 1948 sería enviado en una misión oficial a los EE.UU. para expandir su formación y estudiar de
primera mano el sistema de enseñanza estadounidense. Sayyid será acogido como estudiante extranjero en la Universidad Estatal de Colorado, empezando sus clases con la gran emoción y optimismo de estar por fin en la que creía era la nación occidental por excelencia.
A medida que pasaron las semanas y los meses, este optimismo se irá desvaneciendo y se convertirá en decepción. Sayyid Quṭb se encontró con una sociedad muy distinta a la que había imaginado, demasiado distinta, para mal, a la sociedad en la que él se había criado.
Sayyid se quedó muy conmocionado con las cosas que vio a medida que exploraba los EE.UU.. Aquella nación a la que vio durante años como una antorcha de iluminación para el mundo entero era en realidad un pozo de decadencia e inmundicia a sus ojos.
Sayyid simplemente no daba crédito lo banales y superficiales que eran las formas de vida de los estadounidenses. Lejos de encontrar la utopía de la ilustración, valores humanos, democracia y civilidad que esperaba se encontró con horror una sociedad consumista, puramente
individualista, basada en las apariencias y el interés, la falta de valores por parte de la población, el materialismo tan arraigado en su sistema educativo, la libertad sexual de las mujeres y el arte que tenían, al que veía como vulgar y primario, casi animal.
Sayyid Quṭb no podía adaptarse al estilo de vida americano, y pronto empezó a ver en este un estilo de vida putrefacto y pecaminoso. Sayyid destacó por su gran dificultad social, no podía juntarse con otros jóvenes de su edad pues sus gustos e intereses chocaban con los suyos
Sayyid era igualmente torpe con las mujeres, y la forma en las que estas lo trataron o como se comportaban, vestían y socializaban llevaría a despertar en él una intensa misoginia. Para él, la mujer estadounidense había sido rebajada a prácticamente una prostituta.
De hecho, Sayyid jamás logró encontrar pareja, no solo en EE.UU., si no que de vuelta en Egipto el interés hacia las mujeres, el romance y la sexualidad se habría desvanecido en él. Jamás se casaría y moriría virgen.
Sayyid Quṭb era un estudiante callado y solitario, sumamente ensimismado en la lectura y sus estudios. Mientras cumplía sus tareas, en silencio, iba gestando una nueva cosmovisión extremista como reacción a lo que veía en su día a día.
Buscando aislarse de la sociedad estadounidense, Sayyid se reconcilió con la fe y se recluyó en el estudio del Islam, incluyendo su historia, valores y teología. Aún en EE.UU., en 1949, publicó su primera obra política sobre el Islam: Justicia Social.
Sayyid Quṭb frecuentó lugares de ocio en busca de adaptarse a los estadounidenses, pero todo fue en vano, todo parecía darle la razón a esa idea de que todo era pecado y decadencia: Fue a presenciar combates de boxeo y quedó horrorizado por la fascinación por la violencia de los
estadounidenses, veía los deportes pero solo quedaba asombrado por lo ridículo que veía la emoción que estos despertaban en las masas de aquel país, buscó conversar con otros jóvenes pero solo oía conversaciones superficiales sobre ropa, marcas, productos, mujeres, deportes...
Asistió a un salón de baile, buscando adaptarse a las actividades de los jóvenes de su edad, y durante el mismo pasó todo el rato en una esquina, en soledad, viendo, analizando, como los chicos y chicas interactuaban, reían y ligaban. Sayyid se sentía enfermo ahí dentro.
La gota que colmó el baso, recuerda Sayyid Quṭb, fue cuando las luces bajaron y todos se acercaron los unos a los otros en parejas, él no entendía que estaba pasando, entonces comenzó a sonar la canción de Baby, It’s Cold Outside y empezaron a bailar. Ya había tenido suficiente.
Al regresar a Egipto en 1950 volvió totalmente transformado a cuando se fue: Lo que al salir del país había visto como la esperanza para Egipto, al volver se había convertido, a sus ojos, en su perdición.
Había que evitar a toda cosa la occidentalización del país, de lo contrario Egipto acabaría transformándose en un pozo de materialismo, pecado y libertinaje como era Occidente. Sayyid pensó entonces que la salvación se encontraba en recuperar la pureza de la religión islámica.
Tan pronto como pudo, se afilió a Hermanos Musulmanes y comenzó a militar y a escribir artículos buscando crear consciencia en las filas de la organización acerca de lo que había visto en esos dos años y como la occidentalización de Egipto sería su fin y como solo una vuelta a
los orígenes de la fe frenarían este fatídico destino. Veía en esta interpretación del Islam la solución para mantener reprimido al individualismo y el hedonismo, dando pie a un marco moral que evitaría que los deseos individuales, carnales y primarios poseyeran a la población.
De vuelta en Egipto, notó y recordó de sus propios años de juventud que Occidente ya había llegado a Egipto y al mundo islámico en general con sus ilusiones de, a ojos de Sayyid, un falso progreso, una falsa libertad.
Su objetivo entonces era sacar a las masas de sus espejismos egoístas mediante a una vanguardia religiosa que guiara a la descarrilada ummah a una revolución popular que devolviera a los musulmanes a la verdad y a la fe de los tiempos de los salaf.
Sobre su experiencia en EE.UU publicó en 1951 el siguiente artículo en el periódico al-Risāla, la revista cultural semanal de literatura, ciencia y arte publicada en El Cairo desde 1933, considerada como el semanario intelectual más importante del Mundo Árabe en aquellos años.
Lo publicó en dicha revista justamente con el fin de llegar lo mas lejos posible con su mensaje, su advertencia, a la comunidad intelectual egipcia. El artículo se tituló, en español, «La América que vi»
Sayyid empieza presentándonos el escenario idealizado que muchos tienen, a través de la propaganda, de los EE.UU., misma visión que tenía él antes de ir, casi de Tierra Prometida, una utopía de libertad, civilización, igualdad, derechos, cultura y riquezas cosmopolita.
Sayyid procede a cuestionar esta imagen con una serie de preguntas sobre la moral y los valores humanos «¿Cual es la contribución de los EE.UU.?» EE.UU. no tiene nada que aportar, y contrasta la grandeza material con la podredumbre moral y espiritual de su pueblo.
Los valores y la moral de la sociedad americana, impregnada por el materialismo, rebaja al hombre a la condición de mero animal, destendido con lo espiritual y trascendente.
Sayyid prosigue que la civilización no se mide en base la riqueza material y al desarrollo tecnológico, como EE.UU. quiere hacer creer, si no que su esenci radica en las verdades universales y cosmovisiones que ha forjado. EE.UU., para Sayyid, no es una civilización.
La civilización eleva a la humanidad mas allá del plano material, edificando consciencias y forjando valores eternos. Para Sayyid entonces la civilización es, a grandes rasgos, lo que distancia a los seres humanos de meros animales. EE.UU. es, para él, la anti-civilización.
Todo el ingenio estadounidense se concentra en el trabajo y la producción, tanto que no carece capacidad para avanzar en el campo de los valores humanos.
La productividad de EE.UU. no tiene comparación con ninguna otra nación, observa Sayyid, pero añade que el hombre no puede mantener su equilibrio ante la máquina y poco a poco él mismo se convierte en una máquina.
Sayyid cree que este modelo es en verdad uno esclavista, en el ser humano y su espíritu es aplastado y sometido a este sistema de producción. La muerte de la vida espiritual en pro del trabajo agotador, cree Sayyid, es lo que libera al animal que lleva dentro.
Sayyid Quṭb cree que en el fondo EE.UU. es fascinante: El único caso de un pueblo que ha llegado a la cima del crecimiento, la elevación en el mundo de la ciencia y la productividad, mientras permanece abismalmente primitivo en el mundo de los sentidos y los instintos.
Sayyid cree que los estadounidenses son un pueblo asalvajado, animalesco, un pueblo que vive en a la altura de los primeros seres humanos en cuanto a pobreza espiritual, todo esto mientras están en la cúspide del desarrollo material. Esto se puede explicar estudiando su historia.
Para Sayyid, el problema estadounidense viene de parto: La nación americana nació con la ciencia y, por lo tanto, solo cree en ella. Toda su empresa no a sido civilizatoria, que solo se puede dar a través de la fe, si no científica, guiada por el mito del progreso.
Sayyid Quṭb piensa que el caso estadounidense puede entenderse estudiando el perfil psicológico de los primeros estadounidenses, quienes vinieron al Nuevo Mundo trayendo consigo una mezcla de descontento con la vida del Viejo Mundo y el deseo de liberarse de sus tradiciones.
Este perfil es producto del deseo de obtener de riqueza por cualquier medio, de la acumulación de la mayor parte posible de placeres y la compensación por el esfuerzo realizado para adquirir riqueza a través de lo carnal y el exceso. Esa mentalidad rige a toda su sociedad.
El estado social y mental de la mayoría de estas primeras oleadas inmigrantes formaron el germen de esta nueva nación. Estas oleadas, afirma, estaban compuestas por aventureros y criminales.
Los aventureros, refiriéndose a los estadounidenses blancos, vinieron en busca de riqueza, placer y, valga la redundancia, de aventuras. Los criminales, refiriéndose a los negros, fueron traídos a esta tierra como mano de obra para construcción y producción para esa empresa.
Este polvorín fomentó la naturaleza primitivas en esta nueva nación, resistiendo a aquellos individuos o grupos elevados. Así se revitalizaron los impulsos primarios, como si el hombre volviera sobre sus primeros pasos, con la diferencia de que ahora está armado con la ciencia.
Mientras la ciencia y la tecnología expandía los horizontes del desarrollo, el hombre americano encogía su alma. A mas progreso, a mas crecimiento, menos humanidad.
Cuando la humanidad cierra por las puertas a la fe en la religión, la fe en el arte y la fe en los valores espirituales, no queda ninguna salida para gastar su energía excepto en el ámbito de la ciencia aplicada, el trabajo y, para disiparse, en el placer sensual.
Aquí está la explicación de Sayyid Quṭb porque EE.UU. es como es.
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